Para entender algunas conductas desconcertantes en los niños con un cerebro neurodiverso, es fundamental hacer una diferenciación entre una rabieta y una pataleta. La rabieta es una respuesta neurológica relacionada con un cerebro que está en permanente estado de alerta frente a los estímulos del ambiente que le pueden resultar una amenaza de peligro, desde […]
Para entender algunas conductas desconcertantes en los niños con un cerebro neurodiverso, es fundamental hacer una diferenciación entre una rabieta y una pataleta. La rabieta es una respuesta neurológica relacionada con un cerebro que está en permanente estado de alerta frente a los estímulos del ambiente que le pueden resultar una amenaza de peligro, desde un ruido muy fuerte, un cambio de planes o una situación social mal entendida. Por lo tanto no es que el niño o niña quiera llamar la atención o sea manipulador, sino que su cerebro se queda sin posibilidades de razonar y tomar buenas decisiones ya que se satura de estímulos y se le acaba la energía.
La pataleta en cambio tiene inicio y fin. Si el niño o la niña, por ejemplo, hace una pataleta en el supermercado porque quiere un juguete, si se lo compras, la pataleta se acaba.
Ross Greene, (The Explosive Child) en su modelo CPS (Conductas Proactivas y Colaborativas) señala que estas rabietas son conductas desadaptativas en las que el niño no tiene la capacidad de resolver por si mismo una situación.
Este tipo de conductas según Greene, no se presentan todo el tiempo, sino que ocurren cuando las demandas sociales, cognitivas o emocionales superan las capacidades de un individuo para responder de una manera adaptativa.
Los cerebros neurodiversos a diferencia de los neurotípicos (los de la mayoría de las personas) tienen una mayor cantidad de neuronas y conexiones neuronales lo que implica que muchos estímulos son percibidos de manera amplificada y simultánea. Es así que hay personas más sensibles a los ruidos, que por momentos puede tolerar, pero si acompañado de estos ruidos hay mucha gente, luces fuertes, y mucha información, lo más probable es que su cerebro se quede sin energía y colapse. Cuando hablo de colapso, me refiero a que el resultado de tanta presión puede ser externalizado, a través de una conducta explosiva o bien internalizado, donde la persona se desconecta.
El neurocientífico Paul McLean desarrolla la teoría del Cerebro Triuno (Tres tipos de cerebro en uno) que nos permite entender el camino que recorre la información al ser percibida.
El cerebro de cada persona percibe la información y la realidad de una manera diferente. Imagina dos amigas en una fiesta, una le dice a la otra “¿Viste cómo te está mirando ese tipo?, seguro está interesado en ti y se te va a acercar”. La otra amiga, más tímida y temerosa, podría haber jurado que jamás ni siquiera las vio.
Lo que el cerebro desconoce o le cuesta procesar, lo percibe como una amenaza de peligro. Este según Mc Lean es el cerebro primitivo (cerebro instintivo) que se pone en alerta. El sistema límbico (cerebro emocional) gatilla una emoción y luego la corteza pre-frontal (cerebro cognitivo) traduce la información y ahí se ejecuta la respuesta. Cuando esta información demora en llegar a la corteza, la respuesta es inmediata sin alcanzar la etapa de razonamiento. Las personas con una condición neurodiversa que tienen que enfrentar estos estímulos estresantes de manera permanente, tienen un cerebro más reactivo porque la información demora más en llegar a la corteza.
Un ejemplo de cómo opera este mecanismo sería: Imagínate que vas caminando por la calle y una persona te empuja. Tu cerebro primitivo se pone en alerta de peligro y libera adrenalina, la emoción es de sobresalto (miedo o rabia) y libera cortisol, que es la hormona del stress. Al llegar la información a la corteza, ésta te dice que fue un accidente y la persona no te está atacando, entonces te calmas. Si en cambio la información se demoró mucho en llegar a la corteza, el cerebro primitivo reacciona desde su instinto y como hay que defenderse del peligro, es posible que le pegues a la pobre persona que te empujó o bien sales corriendo aterrado. (Aumento excesivo de cortisol). En los niños y niñas esto es lo que se conoce como una rabieta.
Este tipo de conductas crea grandes dificultades ya que son incomprensibles para las personas que desconocen su fuente y casi siempre son interpretadas como obstinación, manipulación, que quiere llamar la atención o bien los padres no les ponen limites.
Si podemos entender en cambio que no están pudiendo manejar el ambiente, que se sienten tristes y culpables cuando logran salir de ese estado, entonces podemos desarrollar una mirada más humana y compasiva y de esa manera ayudarlos a enfrentar esos desafíos.
Cada cerebro es neurodiverso y está conectado de una manera distinta. Por lo tanto percibe y procesa la realidad de una manera diferente. Nuestro enfoque educacional es descubrir y desarrollar talentos junto con enfrentar los desafíos sociales, emocionales y cognitivos de cada persona con CEA (Condición del espectro autista). ¡Aprende junto a nosotros!